Radar
Una banda llamada Fobia
Crónica de una noche en el Teatro Metropólitan.

Año 2012.
Un nuevo cisma dentro de Fobia. Jay, El Cha e Iñaki deciden dejar la banda en vísperas de un nuevo álbum. Un Enrique Vera de 12 años, incrédulo y dolido por la mutilación de tres miembros de la banda se acuerda de alguna vieja entrevista de la banda donde afirmaban que si alguno integrante faltaba, el grupo dejaría existir.
Aquel adolescente pregunta a Paco Huidobro en Twitter: “¿Por qué continúan si dijeron que si llegaba a faltar uno, el grupo se acababa?”. “Por la misma razón que los perros se lamen la verga; porque pueden”, contestó. No hubo espacio para la réplica. Fue tan buena la respuesta, que solo pude hacer silencio y reírme. Aquella respuesta fue incluso formativa.
Diez años después, un show acústico en el Teatro Metropólitan. ¿Por qué sigue existendo una banda siempre cercana a la como entropía como Fobia? Ahí radica su encanto.
Sábado 30 de Julio.
Piso la sinuosa, caótica y siempre magnética Ciudad de México. Después de ir a comer con un amigo que no veía hace más de 10 años cuando vivía en la ciudad, me dispongo a imprimir mi boleto a un centro de boletería ampliamente conocido por todos ya que en Mérida actualmente no cuentan con el servicio.
Muy alegre, me formo en la fila del lugar, con toda la tranquilidad de saber que una vez impreso mi boleto, estoy a tan solo unos minutos del Teatro Metropólitan. Cuando llega mi turno… el caos: “Su boleto está cancelado, puede marcar a este número para atención a clientes y le resuelvan su inconveniente”. Estupefacto, con la mano temblorosa sostengo apenas mi identificación y apenas puedo articular palabra: “qfhsdfsdfdsf… ¡QUEEEEEEEEEEEEEEEEÉ COOOOOOOOOÓMO!
Inmediatamente después de retomar noción de mi existencia, una serie de improperios que no merecía aquella señorita que me atendió (pero que sí merece la empresa) toma uso de lengua y me enajena de mi ser. No está en mi cabeza faltar al concierto que por meses esperé: Fobia Unplugged, un concierto especial, con muy pocas oportunidades de volver a repetirse. Sudo frío, miento madres, siento latir el corazón a mil por hora, ¿será la altura? ¿Qué hago? Se acabó el sueño. Se chingó el asunto. Llévenme al hotel. Ya no quiero nada.
En un acto de abandono melancólico le marco a una amiga que vive en la ciudad y con la cual me había peleado hace apenas una semana:
– Me cancelaron el boleto. Valió madres.
– Valió madres nada. Usa la cabeza. Vamos a conseguir un boleto. Te veo afuera del Metropólitan.
Me rebatió y colgó. Un shot de adrenalina. Son las 7:30 pm, el show comienza a las 8:30 pm y aún no tengo boleto.
Tick, tick, tick, tack. Violeta, mi amiga ya está afuera del Metropólitan fumándose un Marlboro rojo; es mi Diablo Guardián. ¿Qué haría sin ti Diablo Guardián?
“Espérame aquí y no hagas nada, no la vayas a cagar”, me dice mi Diablo Guardián. Estoy sentado en una banca color verde mientras me quedo en el limbo mirando la cartelera del Metropólitan: “Fobia” … tick, tack, tack. 8:37, aún no tengo boleto y mi Diablo Guardián, vestida con una gabardina blanca, se perdió entre la gente.
Una mano por la espalda: “Te faltan, te sobran, güero” “No gracias, estoy esperando a mí.” “Enrique ven para acá”, mi Diablo Guardián me toma del brazo como quien rescata un niño de ser secuestrado, deposita un boleto en mi mano, toma mi mochila y me alcanza a decir: “Corre, me marcas cuando termines. El show está por empezar”.
El soundtrack de mi vida
Subo los escalones del Metropólitan, estoy corriendo a prisa, veo el stand del merch, quiero una playera, también quiero una taza, oh, mi hermana me pidió una playera, esperen estoy demasiado alterado, ¡YA ESTOY ADENTRO! ¡VOY A VER A FOBIA! Ok. Lo que necesito es relajarme. Me acerco a la barra de la plata baja y pido una cerveza, hago un largo un suspiro y de repente empieza a sonar los primeros acordes de Pesadilla: Jay comienza dándolo todo con el piano. Amablemente Dana, me sirve mi cerveza, tomo un sorbo y cierro los ojos; me dejo llevar. No importa. Ya estoy adentro. Sólo escuchar cómo el soundtrack de mi vida está sonando en vivo me da una sensación de tranquilidad.
Entro al Teatro, mientras me dirigen a mi asiento (ni comparado con que tenía, pero bueno, ya no seguiré peleando) Leonardo se avienta unos movimientos de cadera mientras canta “No Soy Un Buen Perdedor” lo cual hace en el público despierte toda clase de gritos y suspiros.
Una vez que estoy sentando en mi asiento tomo una decisión: voy a tomar un par de fotos y video para el recuerdo y después apagaré mi teléfono para disfrutar el concierto en tiempo real. Para verlo en una pantalla me quedo mejor en mi casa.
Llega el primer momento cumbre de la noche “El Crucifijo”, la cual no viene en el álbum y resulta pieza única dentro del show en vivo. La canción va en otro tiempo: 3/4; “y es que hemos muerto de amor pero el amor nunca muere…” el Teatro Metropólitan suena al unísono. Las lágrimas empiezan a brotarme por naturalidad. Carajo. Me subo el cubrebocas, no quiero que me vean llorar. No hay tiempo para el descanso, inmediamente después se viene “Muy Maniaco de mi Parte” y se me revuelve estómago. Todas las evocaciones de una relación fallida mezclada un ese sabor amargo de sentirse insuficiente que todos hemos experimentado alguna vez: “Sé que estás a punto de decirme que estoy loco, que no sirvo para darte lo que quieres que te de, y estoy harto que me haga falta algo y sentir toda la carga, todo el peso de la culpa… sé que es muy maniaco de mi parte el llamar para colgarte el llamar para colgarte pero ya no tengo nada que decir, tengo miedo, tengo ganas de esconderme, ya no sé ni que meterme para no pensar en ti…” Carajo. Puta madre. Ya no hay cubrebocas que me salve. Estoy hecho un mar de lágrimas y no puedo disimular.
Una vez pasada la lloradera se viene la entrada a las fábulas características de Fobia, a los espacios: comienza la selva de la cabeza con “Miel del Escorpión”, para pasar a los “Caminitos hacia el Cosmos” que desembocarán en “Dos Corazones que laten dentro de mí. Después vendrá una caricia con “Hipnotízame” para luego sentir el “Descontrol” y sentirse “Vivo” nuevamente.
El show toma un segundo aire: “Dicen que no conoció el amor, dicen que tiene maldito el corazón”. Se nota que la banda se está empleando a fondo; es el cuarto concierto, ya no hay nervios, hay complicidad, hay soltura, los astros están alineados, los músicos invitados también encajan perfectamente.
“Mujer, mujer, El Diablo está aquí en la puerta, porque no te haces la muerta”. Se los explicaría a detalle, pero no lo entenderían. ¿Por qué? Porque “No eres yo”. Sin embargo…” haré una alberca en tu ombliguito pa meterme a nadar y si me voy más abajito nadie me sacara”.
El Club de los Reprobables (Parte 2)
¿Cuál es la diferencia entre el Unplugged de Fobia y los demás Unplugged latinoamericanos? Venía pensando en eso mientras me dirigía a la salida del Metropólitan. En eso se me acerca una persona:
– ¿Tú eres Enrique?
– Sí.
– Acompáñame.
Qué. Cómo. ¿Será verdad? ¿Es posible….? Vengo pensando en qué decir si llega suceder el momento, estoy pensando en una frase para no quedar como un idiota mientras sacan a la fuerza a un energúmeno al cual se le pasaron evidentemente las copas.
Una puerta, otra puerta, 15, 20 escalones, oh ese músico lo conozco, estuvo en el ensamble:
– Hi, nice show.
– Oh, thank you.
– ¿Estás listo? – me pregunta Pablo.
– Sólo dime que no hacer.
– No ponerte estupendo.
– Ok.
Pablo abre la puerta y veo a Iñaki iluminado por los focos del clásico espejo de camerino, estoy entrando en una especie de sueño. Pablo se porta a toda madre, no me deja a la intemperie y me acompaña. Por proximidad, lo primero que hago es saludar a Iñaki, le cuento mi odisea y me agradece por haber venido tan lejos. Siento empatía en sus palabras. Cuando nos tomamos una selfie, se da cuenta de mi pulso y me dice elegantemente: “Yo la tomo”; un caballero en toda la extensión de la palabra.
Una vez concluida la charla con Iñaki, Pablo me toma del brazo, me da vuelta y dice “Paquito, aquí lo tienes, Enrique Vera”. “Mucho gusto, Enrique, hasta que por fin nos conocemos en persona”. ¿Cuál era la frase que estaba pensando para no quedar cómo un idiota? Ah sí, ya me acordé. “Hay sólo dos personas en el mundo que admiro profundamente y con las cuales no estoy de acuerdo en nada: una de ellas se llama Mario Vargas Llosa y la otra se llama Francisco Huidobro”. Paco se ríe y comenzamos una charla que no sé cuanto duró, pero que seguro nunca olvidaré.
Regresemos al punto inicial. ¿Cuál es diferencia entre el Fobia Unplugged y el resto de Unpluggeds latinoamericanos? Primero, el Unplugged de Fobia se grabó en pandemia, lo cual conociendo la historia de Fobia: mágica pero a la vez atropellada, disfuncional, caótica, sólo podría suceder de esa manera.
Segundo elemento, Fobia se trata de otra cosa, no hay cuerdas, no hay violines, no hay colaboraciones. Como decía Xavier Velasco, Fobia es el Club de los Reprobables, un grupo que no acepta complacencias, ni expide credenciales. El Unplugged de Fobia está acompañado de un conjunto de globos que tienen conectados unas percusiones programadas (obra del grupo Cabo San Roque) y que acompasan cada canción del espectáculo. El sonido está lleno de ruiditos: cajitas, avioncitos, pollos, teclados de juguete. De eso se trata Fobia, una fábula infantil y perversa, llena de doble sentido; tierna pero a la vez oscura y vulnerable. Es por eso que relación sus seguidores con la banda es muy especial.
Yo todavía aún recuerdo aquel 2003 cuando tenía nueve años y mi mamá tenía prendida la tele en un canal horrible que se llamaba Ritmosón Latino. Entre un video de Ricardo Montaner y uno de Ricky Martin, apareció un tipo mirándose al espejo conjurando unas palabras: “Hoy tengo miedo de salir otra vez, tengo miedo de volver encontrarte como aquella vez, los nervios me traicionan, me derrota el estrés, sé que puedo arrepentirme después…” desde ese momento algo en mi alma se abrió en mi alma y entro una luz que me sigue acompañando con una frase: “La vida es un Picnic”.
“El chiste es no dejar de preguntárselo todos los días… si la vida te da hormigas, haz un picnic con las hormigas”. Los sueños se cumplen. Sólo hay que descubrirlos.
Larga vida a Fobia.
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